Cleptomanía: Verdades y mentiras
Mucha gente habla de ella como si la conociera en profundidad, cuando lo cierto es que se trata de un mal muy desconocido por la población en general.
La cleptomanía es un desorden de control de impulsos que afecta sobre todo a mujeres y que suele estar asociado a otras patologías. A pesar de que es una gran desconocida, mucha gente emplea el nombre de la cleptomanía como si conociera la enfermedad en profundidad, y es frecuente escuchar el término asociado con bromas y chistes. Sin embargo, se trata de un problema muy serio, que poco tiene de gracioso para quienes lo padecen. Por fortuna, no es una enfermedad muy extendida, e incluso hay expertos que la consideran un mal muy raro de encontrar.
No se roba por placer
Al contrario de lo que se cree popularmente, un cleptómano no roba indiscriminadamente todo aquello que se encuentra, ni disfruta haciéndolo. La persona con cleptomanía siente inesperadamente el impulso de robar algo, que frecuentemente no tiene apenas valor monetario, ni le es de utilidad.
Ese impulso llega de forma inesperada, sin planearlo previamente, y resulta irrefrenable para el enfermo. Eso provoca una ansiedad grande, que se torna en una sensación de satisfacción o relax una vez cometido el hurto. Pero el cleptómano es consciente en todo momento de que robar es un delito, y de que lo que está haciendo no está bien, por lo que la euforia del momento desaparece rápidamente dando lugar a sentimientos de culpa, ansiedad y estados depresivos.
Esto crea un ambiente muy tenso en torno al enfermo, que suele acabar repercutiendo muy negativamente en su vida social y familiar.
La clave: el control de los impulsos
Los expertos clasifican la cleptomanía como un desorden de la voluntad, o de control de impulsos. Esto la emparenta directamente con otros males más frecuentes, como la ludopatía, o las tan temidas anorexia y bulimia.
Por decirlo de alguna forma, este tipo de conductas constituyen una conducta adictiva, que no se quiere llevar a cabo racionalmente, pero con la que se obtiene un pequeño placer momentáneo que “engancha”.
Los estudios más recientes parecen sugerir una relación muy estrecha entre la cleptomanía y otros desórdenes de la voluntad.
Al igual que como la anorexia y la bulimia, parece que la cleptomanía es más frecuente entre mujeres que entre hombres. El perfil medio del paciente con cleptomanía es una mujer de alrededor de 36 años de media, con una duración de la enfermedad de alrededor de 16 años, y llegando a casos de inicio a edades tan tempranas como los cinco años.
Cómo reconocerla
En el caso de las mujeres bulímicas, por ejemplo, es frecuente que hurten grandes cantidades de comida que luego ingieren rápidamente y vomitan enseguida. Se conocen casos extremos como el de una mujer con bulimia que llegó a alquilar una habitación para llenarla con los botines de sus robos, que luego iban directamente a la basura para volver a empezar con el proceso de robo y almacenamiento. La mujer afirmaba que la contemplación de su "tesoro” la aferraba a la vida, le daba satisfacción interior y calmaba las ideas de suicidio que le provocaba la bulimia.
En todo caso, ni todos los ladrones son cleptómanos (solo el 2% de los hurtos en tiendas están relacionados con esta enfermedad), ni todos los cleptómanos roban: a veces pueden pasar meses desde que se siente una vez el impulso de robar hasta la siguiente.
Como en el resto de desórdenes de voluntad, la cleptomanía puede reconocerse por algunos rasgos característicos: realización de los hurtos sin planificación previa, robar repetidamente objetos que no tienen ningún valor ni utilidad para quien los roba.
Sentimiento de presión en aumento mientras se desarrolla el hurto, sentimiento de relax o liberación justo después de realizarlo. Y pena, culpa o depresión pasada la euforia inicial, ya que el enfermo es consciente en todo momento de que su actitud es delictiva. De que la ley no distingue entre robos comunes y robos por cleptomanía.
.La cleptomanía es un desorden de control de impulsos que afecta sobre todo a mujeres y que suele estar asociado a otras patologías. A pesar de que es una gran desconocida, mucha gente emplea el nombre de la cleptomanía como si conociera la enfermedad en profundidad, y es frecuente escuchar el término asociado con bromas y chistes. Sin embargo, se trata de un problema muy serio, que poco tiene de gracioso para quienes lo padecen. Por fortuna, no es una enfermedad muy extendida, e incluso hay expertos que la consideran un mal muy raro de encontrar.
No se roba por placer
Al contrario de lo que se cree popularmente, un cleptómano no roba indiscriminadamente todo aquello que se encuentra, ni disfruta haciéndolo. La persona con cleptomanía siente inesperadamente el impulso de robar algo, que frecuentemente no tiene apenas valor monetario, ni le es de utilidad.
Ese impulso llega de forma inesperada, sin planearlo previamente, y resulta irrefrenable para el enfermo. Eso provoca una ansiedad grande, que se torna en una sensación de satisfacción o relax una vez cometido el hurto. Pero el cleptómano es consciente en todo momento de que robar es un delito, y de que lo que está haciendo no está bien, por lo que la euforia del momento desaparece rápidamente dando lugar a sentimientos de culpa, ansiedad y estados depresivos.
Esto crea un ambiente muy tenso en torno al enfermo, que suele acabar repercutiendo muy negativamente en su vida social y familiar.
La clave: el control de los impulsos
Los expertos clasifican la cleptomanía como un desorden de la voluntad, o de control de impulsos. Esto la emparenta directamente con otros males más frecuentes, como la ludopatía, o las tan temidas anorexia y bulimia.
Por decirlo de alguna forma, este tipo de conductas constituyen una conducta adictiva, que no se quiere llevar a cabo racionalmente, pero con la que se obtiene un pequeño placer momentáneo que “engancha”.
Los estudios más recientes parecen sugerir una relación muy estrecha entre la cleptomanía y otros desórdenes de la voluntad.
Al igual que como la anorexia y la bulimia, parece que la cleptomanía es más frecuente entre mujeres que entre hombres. El perfil medio del paciente con cleptomanía es una mujer de alrededor de 36 años de media, con una duración de la enfermedad de alrededor de 16 años, y llegando a casos de inicio a edades tan tempranas como los cinco años.
Cómo reconocerla
En el caso de las mujeres bulímicas, por ejemplo, es frecuente que hurten grandes cantidades de comida que luego ingieren rápidamente y vomitan enseguida. Se conocen casos extremos como el de una mujer con bulimia que llegó a alquilar una habitación para llenarla con los botines de sus robos, que luego iban directamente a la basura para volver a empezar con el proceso de robo y almacenamiento. La mujer afirmaba que la contemplación de su "tesoro” la aferraba a la vida, le daba satisfacción interior y calmaba las ideas de suicidio que le provocaba la bulimia.
En todo caso, ni todos los ladrones son cleptómanos (solo el 2% de los hurtos en tiendas están relacionados con esta enfermedad), ni todos los cleptómanos roban: a veces pueden pasar meses desde que se siente una vez el impulso de robar hasta la siguiente.
Como en el resto de desórdenes de voluntad, la cleptomanía puede reconocerse por algunos rasgos característicos: realización de los hurtos sin planificación previa, robar repetidamente objetos que no tienen ningún valor ni utilidad para quien los roba.
Sentimiento de presión en aumento mientras se desarrolla el hurto, sentimiento de relax o liberación justo después de realizarlo. Y pena, culpa o depresión pasada la euforia inicial, ya que el enfermo es consciente en todo momento de que su actitud es delictiva. De que la ley no distingue entre robos comunes y robos por cleptomanía.
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