Luis Chumaceiro: El oráculo del pendejo


Dedicado a todos aquellos que disfrutan mis artículos. Como diría Juan Gabriel: “Se parecen tanto a mí”.

Para ratificar mi condición, precisamente la que se infiere del título de este artículo, me atreví a gastar tres mil bolívares en la compra de un ejemplar de El Oráculo del Guerrero. Esto a pesar de la crisis que nos domina y la estricta vigilancia de la Ñoña, quien me tiene prohibida cualquier lectura patriota.

Aspiraba descubrir nuevos horizontes, deleitarme con grandes ejemplos, simular grandes batallas. Después de una detenida lectura, no más de diez minutos, me planteé una de dos hipótesis: a) mi Presidente insultó a cierto orador demostrándole que prefería tamaña lectura a escuchar necedades; o b) mi Presidente asumió definitivamente su vocación de editor y está promocionando entre los pendejos un librillo que, de otra forma, jamás se vendería.

Su lectura me motivó a redactar mi propio oráculo, especie de normas de conducta que ordenaran mi vida. A aquellos que les gusten, que sientan que soy un iluminado, definitivamente están siguiendo mi camino.

El pendejo nace. En un país repleto de ellos, no cabe duda de que cada hora se renuevan, yo soy uno de ellos. En el camino del conocimiento, nuestro personaje, usted o yo, debe penetrar más y más profundamente en sí mismo y su vida. Si usted es un elector confeso, trabaja por un salario cumpliendo un horario, está pendiente de la fluctuación del dólar sin tener uno solo de ellos, compra el kino, tiene el mismo vehículo desde hace cuatro años, paga impuestos, hace todas las colas que se le atraviesen, no tiene ningún tipo de carnet, confía en que la Constituyente solucionará todos los problemas del país o cree en el reino de la justicia, necesariamente tuvo que haber nacido así, usted es originario.

El pendejo busca al hermano. Una de nuestras características más peculiares es tratar de acompañarnos por otros. Con él podrás recorrer la senda de igual a igual. Poco a poco los lazos se fortalecerán y los corazones se alegrarán al abrazarnos luego de cada asalto, despido, maltrato que nos dé un funcionario público, visita al auto mercado, abuso o, en fin, después de cualquier acto de injusticia del cual seamos objeto. Y un día lejano, al final de nuestras vidas, nos sentaremos uno al lado del otro, a contemplar el sol ponerse en el silencioso desierto.

El pendejo vigila. Acostumbrados a la injusticia, llega un momento en que la evitamos. Un verdadero representante de nuestro gremio, está siempre vigilante, siempre alerta, al acecho. Un parpadeo basta para que el vivo te descubra y diga con orgullo: “Todo los días nace uno, el que lo encuentre es suyo”. El verdadero problema de este país es que hay tantos vivos que nosotros no nos damos a basto.

El pendejo huye. En la batalla de los vivos, lo mejor es no combatir. Una vez avanzar, la mayoría de las veces retroceder. Recuerda que las reglas no las hiciste tú, los reales no los tienes tú, los jueces no los corrompes tú y, peor aún, las injusticias no las cometes tú. La norma básica de nuestras vidas debe ser “aquí corrió” y nunca “aquí murió”.

El pendejo es monógamo. Pero lo que mejor nos define es nuestra fidelidad. Casados por amor, preocupados por la educación de los hijos, ignoramos las diversas tentaciones que se atraviesan en el camino. ¿Te asusta la sola posibilidad de una aventura? ¿Te acuerdas de la suerte de Miguelito Douglas, en la película “Atracción Fatal”, cada vez que se te atraviesa una rubia? Tú eres de los nuestros.

El pendejo muere. Empuña tu sable y entra en la batalla. Si no corres, pierdes. Las pocas veces que ganas te retiras en silencio, temeroso de la revancha. También mueres. Mas no te aflijas. Seguramente irás al Paraíso, como lo dicen las Santas Escrituras: “De los pendejos será el reino de los cielos porque aquí abajo los que mandan son los vivos”. Amén.

Post scriptum: Muy agradecido por las alabanzas de las mujeres y los insultos de los hombres, en más de 60 correos electrónicos que recibí, relacionados con mi último artículo “Consejos prácticos para esposas desconfiadas”.

"Pendejos” - por Facundo Cabral

La abuelita solamente le tenía miedo a los pendejos. Un día le pregunté ¿por qué? ….y me dijo, -”¡Porque son muchos!”

No hay forma de cubrirse con semejante frente y por temprano que te levantes, donde vayas, está lleno de pendejos. Y son peligrosos porque al ser mayoría eligen hasta al Presidente.

Y los hay de todas las categorías, por ejemplo, está

El pendejo informático que es un pendejo computado.

El pendejo burócrata que es oficialmente pendejo.

El pendejo optimista que cree que no es pendejo.

El pendejo pesimista que cree que es el único pendejo.

El pendejo esférico que es pendejo por todos lados.

El pendejo fosforescente porque hasta de noche se ve que por allí viene un pendejo.

El pendejo consciente que sabe que es pendejo.

El pendejo de sangre azul que es hijo y nieto de pendejos.

Y el más peligroso de todos…

El pendejo demagogo que cree que el pueblo es pendejo.

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