Ciberneticón: Pequeña guía del tráfico en Caracas

Hoy encontré esta pequeña joya en Ciberneticón, el blog de Núñez Noda, con la cual me he reído de nuestra tragedia cómica caraqueña:

Ciberneticón

Que en
“Caracas no hay reglas para manejar” es una máxima que hay que apresurarse a refutar. Hay decenas de directrices que cumplir, muy numerosas para memorizar, por lo cual se hace indispensable una pequeña guía como ésta.

Que tales reglas nada tengan que ver con las leyes o con el sentido común es otra cosa.

Cómo pasar la calle

Usted camina al borde de la acera en sentido contrario al tráfico. Cuando vea un espacio entre dos vehículos, corre como en una competencia de pista y campo hacia la acera opuesta, con mucho cuidado de no chocar frontalmente con otro corredor o corredora que haga lo mismo de frente hacia usted.

Si hay congestionamiento vehicular, simplemente pase haciendo zigzag entre los carros, con mucho cuidado de no ser arrollado por motos, otros pasantes, buhoneros, personas que se bajan a ver qué pasa, arrollados anteriores... A veces comienza usted a pasar por aquí y termina varias decenas de metros más abajo, de modo que algunos extremistas toman un taxi para cruzar la calle.

Semáforos

Hay muchos mitos sobre los semáforos en esta ciudad. En principio, no se deje confundir por leyendas urbanas. Que la luz roja es opcional, por ejemplo. No. La luz roja ordena una y solo una cosa: siga adelante. Eso sí, de forma más precavida que cuando está verde.

Por su parte, la luz verde significa que debemos detenernos en seco porque es en los momentos finales de la luz amarilla de la avenida perpendicular cuando los vehículos aceleran (así estén a 200 metros del semáforo) y, por supuesto, los transeúntes que pasan al frente se multiplican y apuran ya que en Caracas hay que caminar sin parar y si uno se detiene viene la desagradable circunstancia que debemos lucir nerviosos e incómodos. Por eso a quien está inmóvil y parece disfrutarlo lo miran raro.

Hay una variante con la luz verde: usted desacelera y pasa sobre el rayado peatonal a la menor velocidad posible (esto impide a muchos transeúntes cruzar, pero nada es perfecto), luego acelera mirando hacia arriba en actitud de: “¿Dónde está la luz, eh, roja ya, no veo nada?”) y en medio de su juego histriónico se detiene. Ya repetirá el mismo astracán cuando pase a verde y usted se de cuenta muy tarde y...

Buhoneros

No es extraño para el recién llegado creer que en Caracas hay más gente caminando en las calles que en las aceras. En principio, en algunas zonas es más seguro caminar por la calle.

Pero no son transeúntes propiamente, son vendedores ambulantes que en Venezuela llamanos “buhoneros”, una palabra de origen incierto que parece referirse a los búhos, a los que deben abrir muy bien sus ojos y estar pendientes de no ser atropellados por carros, motos, ambulancias y otros buhoneros.

Los buhoneros ofrecen desde caramelos hasta adornos para la casa; flores para la novia, flotadores de orca para la playa, ungüentos, tabacos, cerveza. Les tememos y a veces los necesitamos. Muestran el libro de moda en papel barato a una fracción del precio. La película que recién se estrena en Hollywood, el padrón electoral venezolano actualizado. Más de la mitad de la población económicamente activa del país pertenece a la categoría informal, de la cual el buhonero es el epítome y del cual el de autopista es el paradigma.

Cuando haya buhoneros en la calle observe los siguientes consejos para manejar: si no va a comprarles no manifieste atención en sus productos. El contacto visual entre usted y un CD pirata de Shakira por más de 0,0000001 segundo hará que el buhonero se adhiera a su automóvil y lo persiga con: “Se lo dejo en 7 mil, dos por 10 mil, que me quiero ir ya”. Sin darnos cuenta, el buhonero puede extender su discurso seductor (otros lo llaman “intimidador”) por 10 kilómetros, de modo que mucha gente le da pena o lástima y terminan comprando comida chatarra para los insectos que llaman a nuestros automóviles "hogar".

Hay buhoneros que caben entre las hileras de los carros, pero otros no. Son los “hombre-anuncio”, con láminas de anime pinchados de baratijas o los que llevan carretillas con "coolers" o cajas superpuestas con muñecos, aros y pistolas de juguete.

Adelantar

El canal izquierdo de una avenida o autopista está atestado de autos que quieren ir muy rápido, por eso casi no se mueve. De modo que la ruta ideal para ir rápido es la vía lenta y, la mejor, el “hombrillo”. Se supone que en el hombrillo hay gente detenida, pero en Caracas es escenario de altas velocidades en espacios cortos, de caravanas fugaces. Si usted ve su hombrillo obstaculizado por un carro accidentado, no sea severo, mueva el brazo en señal de: “¿Te vas a accidentar precisamente aquí, ¡%&/$!?” y circúndelo. Pero más nada.

Fiscales

Hay dos tipos de fiscales o policías de tránsito: los que imitan los semáforos, es decir, detienen en rojo o dan paso en verde. O los que contradicen al semáforo y nos detienen en verde. La tarea de un fiscal es hacer más lento el tráfico. Las razones son motivo de especulación. Expertos afirman que un tráfico lento previene los choques aparatosos y es verdad, aunque tenga efectos colaterales menores como infartos y síncopes. En todo caso, si va manejando y se encuentra con una situación confusa en la calle y usted ve aproximarse uno o dos fiscales de tránsito, abandone la escena así tenga que escapar por la acera.

El tráfico en canales

En Caracas hay canales para automóviles y “canales” virtuales que, como un mundo paralelo, sin embargo están perfectamente imbuidos en el real. Imagine un tramo de la autopista con cuatro canales: uno rápido, uno medio, otro lento y un hombrillo. No hay aceras para peatones. Entre los canales de automóviles hay "pasillos" para motocicletas, porque Venezuela es un país lo suficientemente loco como para que las motos transiten las autopistas metropolitanas. ¿Van las motos detrás de los carros? No, van entre los carros. Esta autopista entonces tendría tres canales más (siete en total).

Si hay cola y buhoneros, luego hay otros canales más delgados que los de la moto porque implican que el vendedor se recuesta de un automóvil para que pase la de dos ruedas. En un momento de fotografía, moto, buhonero y carro están en la misma línea. Si tomamos en cuenta que el buhonero puede adherirse a su carro o al del frente, luego hay ocho canales buhoneriles posibles (15 canales en total).

A eso agregaría el de las ambulancias, que abre su propia ruta pero de forma que se cuelan motos a los lados y atrás, de forma que los buhoneros no tienen que abandonar la autopista, sino meramente pegarse a un carro y moverse con él. Dieciséis canales donde los ojos desentrenados ven cuatro. Para no complicar más este esquema, no hablaremos de los "loquitos de carretera" que cruzan la autopista de un lado a otro o de recogelatas que caminan a lo largo de sus bordes. Eso es lógica difusa o geometría no euclidiana.

Con estos datos quizá pueda al menos sobrevivir. Con futuras directrices le garantizamos que podrá florecer en esta jungla de asfalto e incluso (pero no se lo diga a nadie) disfrutarlo.

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