Jorge Luis Borges, el hombre que inventó a Internet


En La biblioteca total, Jorge Luis Borges define un enorme repositorio de información en el que todo ha sido plasmado y, por lo mismo, impera el caos.

Dice el Viejo en su escrito premonitorio:

«Todo estará en sus ciegos volúmenes.
Todo: la historia minuciosa del porvenir,
Los egipcios de Esquilo,
el número preciso de veces que las aguas del Ganges han reflejado el vuelo de un halcón, el secreto y verdadero nombre de Roma,
la enciclopedia que hubiera edificado Novalis,
mis sueños y entresueños en el alba del catorce de agosto de 1934,
la demostración del teorema de Pierre Fermat,
los no escritos capítulos de Edwin Drood, esos mismos capítulos traducidos al idioma que hablaron los garamantas,
las paradojas que ideó Berkeley acerca del Tiempo y que no publicó,
los libros de hierro de Urizen,
las prematuras epifanías de Stephen Dedalus que antes de un ciclo de mil años nada querrán decir,
el evangelio gnóstico de Basílides,
el cantar que cantaron las sirenas, el catálogo fiel de la Biblioteca,
la demostración de la falacia de ese catálogo.
Todo, pero por una línea razonable o una justa noticia habrá millones de insensatas cacofonías, de fárragos verbales y de incoherencias.
Todo, pero las generaciones de los hombres pueden pasar sin que los anaqueles vertiginosos —los anaqueles que obliteran el día y en los que habita el caos— les hayan otorgado una página tolerable».

En otras palabras, sin saberlo, y muchos años antes de que la telemática llegara a nuestras vidas, el mayor de los escritores hispanoparlantes de este siglo imaginó en todos sus detalles el panorama que hoy presenta la red informática Internet: Una enorme cantidad de información deambula por sus páginas, que en momentos llegan a catalogarse a sí mismas y hasta a refutarse, con toda la fuerza caótica que los hombres suelen imprimir a sus creaciones.

En 1996, la Fundación San Telmo —una organización argentina creada hace 19 años por Marión y Jorge Helft para gestiones de promoción de la cultura argentina— publicó el CD-ROM interactivo La Biblioteca Total, en el cual el usuario puede hacer un alucinante viaje virtual a través de la obra del escritor. Entre los materiales incluidos se encuentra La Enciclopedia Borgiana, un interesante diccionario de términos usados por Borges o referidos a él y a sus temas, realizado por Gastón Gallo basándose en textos borgianos y de otros autores que en su momento tocaron los tópicos borgianos.

La Enciclopedia Borgiana presenta al visitante 188 temas enfocados desde la óptica borgiana —valga el juego de palabras—, entre los cuales se incluyen escritores leídos o conocidos por Borges, revistas en las que sus textos fueron publicados o conceptos que constituyeron constantes en la obra del genio argentino. Por ejemplo, leamos la definición borgiana que la Enciclopedia hace del término laberinto: «Borges prodigó esta construcción elevada a símbolo en numerosas páginas de su obra. Cifra del desconcierto y la perplejidad del hombre, la imagen del laberinto vertebra ‘La casa de Asterión’, relato en el que el narrador principal es el minotauro apresado; ‘La muerte y la brújula’, en el que Lönnrot vaga por la quinta de Triste-Le-Roy, escena del último crimen, y se cansa de ‘abrir o entreabrir ventanas que le revelaban, afuera, el mismo desolado jardín desde varias alturas y varios ángulos’ y, entre otros cuentos, ‘El jardín de senderos que se bifurcan’, expresión más sutil del tema, en el que la imagen del laberinto aparece en diversas oportunidades y niveles...».

No pocas de las definiciones aluden a aspectos personales de Borges. Por ejemplo, en el apartado Kodama, María, puede leerse: «Escritora argentina, compañera durante muchos años y segunda esposa de Jorge Luis Borges, a quien conoció siendo estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras. Publicó en colaboración con él Breve Antología Anglosajona (1978), Atlas (1984), producto de sus viajes alrededor del mundo, y una traducción del primer libro de la Edda Menor de Snorri Sturluson, La alucinación de Gylfi. Gran soporte de la actividad literaria y personal de Borges, lo ha ayudado también en la dirección de su colección ‘Biblioteca Personal’».